ATILA

REY DE LOS HUNOS

Atila (llanuras danubianas, c. 395.1 - Valle de Tisza, 453) fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia, aunque sus orígenes exactos son desconocidos. Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453. Conocido en Occidente como El azote de Dios, sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: el Imperio Oriental, con capital en Constantinopla, hoy Estambul; y el Imperio Occidental, con capital en Rávena, puesto que Roma había dejado de ser el centro político del imperio. Atila invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla. Marchó a través de la Galia y llegó incluso a Cenabum, la actual Orleans, hasta que el general romano Aecio le obligó a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos en el 451 (Châlons-en-Champagne). Logró hacer huir al emperador de Occidente Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452.

El imperio de los hunos se desmembró y se extinguió tras la muerte de Atila. Los hunos fueron un pueblo nómada de cazadores y ganaderos de los que no se conservan registros escritos propios, por lo que los datos que conocemos provienen sobre todo de fuentes romanas. A pesar de todo, Atila se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa, y en gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y aparece entre los personajes principales en tres sagas escandinavas.

Los hunos europeos pueden haber sido una rama occidental de los xiongnu, grupo protomongol o prototúrquico de tribus nómadas del noreste de China y del Asia Central. Estos pueblos lograron superar militarmente a sus rivales (muchos de ellos de refinada cultura y civilización) por su predisposición para la guerra, su asombrosa movilidad, gracias a sus pequeños y veloces caballos, y su extraordinaria habilidad con el arco.

Atila nació en torno al año 400. En cuanto a su infancia, la suposición de que a temprana edad era ya un jefe capaz y un avezado guerrero es razonable, pero no existe forma de constatarla. A la muerte de su padre, Atila se encuentra con su tío y decide acompañarlo para aprender el arte de la guerra.

Hacia 432, los hunos se unificaron bajo el rey Rugila o Rugila. En 434 murió Rugila, dejando a sus sobrinos Atila y Bleda, hijos de su hermano Mundzuk, al mando de todas las tribus hunas. En aquel momento los hunos se encontraban en plena negociación con los embajadores de Teodosio II acerca de la entrega de varias tribus renegadas que se habían refugiado en el seno del imperio de Oriente. Al año siguiente, Atila y Bleda tuvieron un encuentro con la legación imperial en Margus (actualmente Pozarevac) y, sentados todos en la grupa de los caballos a la manera huna, negociaron un tratado. Los romanos acordaron no sólo devolver las tribus fugitivas (que habían sido un auxilio más que bienvenido contra los vándalos), sino también duplicar el tributo anteriormente pagado por el imperio, de 350 libras romanas de oro (casi 115 kg), abrir los mercados a los comerciantes hunos y pagar un rescate de ocho sólidos por cada romano prisionero de los hunos. Éstos, satisfechos con el tratado, levantaron sus campamentos y partieron hacia el interior del continente, tal vez con el propósito de consolidar y fortalecer su imperio. Teodosio aprovechó esta oportunidad para reforzar los muros de Constantinopla, construyendo las primeras murallas marítimas de la ciudad, y para levantar líneas defensivas en la frontera a lo largo del Danubio.

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