ARMINIO Y LA BATALLA DE TEUTOBURGO

Arminio o Hermann (16 o 17 a. C. a 21 d. C.) fue un caudillo querusco, germano de nacimiento pero ciudadano romano. En septiembre del año 9 d. C. aniquiló al ejército romano de Publio Quintilio Varo en la batalla del bosque de Teutoburgo. Después de su victoria, Arminio intentó durante varios años unir permanentemente las tribus germánicas para resistir más efectivamente los embates de las legiones romanas. Pero no tuvo éxito debido a las rivalidades entre los jefes tribales.

También se enfrentó a los romanos en otras batallas, ya que éstos buscaban vengarse de la masacre de Teutoburgo.

Arminio (Arminius) es una variante latinizada del nombre germano Armin (Armen). Muy posteriormente, el nombre Hermann (‘hombre de guerra’ o guerrero) fue considerado una traducción del latín Arminius, probablemente por el reformador religioso Martín Lutero, quien quería usarlo como un símbolo de la lucha de los germanos contra Roma.

Arminio nació en el año 16 o 17 a. C. Era hijo de un jefe querusco llamado Segimer (en latín Segimerus). Fue entrenado como un comandante militar romano y obtuvo la ciudadanía y nobleza romana. Desde el año 4 (con apenas 20 años) comandó un destacamento de queruscos como fuerza auxiliar romana y luchó en las guerras panonianas en la península balcánica.

Arminio volvió al norte de Germania el 7 u 8 d. C., al lado de Publio Quintilio Varo, que fue designado gobernador en Germania Inferior. La razón por la cual Augusto envió con él a Arminio se debió a que este conocía a los germanos y su modo de luchar. Al principio entabló una gran amistad con Varo, hasta llegaron a ser como padre e hijo, pero al ver que los suyos eran privados de los privilegios y la libertad de la que gozaban se volvió contra Roma. Inmediatamente empezó a formar un complot con los líderes de otras tribus de la zona en contra de los romanos.

Ya en el año 9 a. C., el emperador Augusto casi había conseguido ampliar el imperio hasta el Elba. Sin embargo, la asimilación no fue completa, pues los germanos seguían aspirando a la libertad y a las proezas guerreras.

Los germanos eran primordialmente pastores nómadas de carácter belicoso e indomable. Tácito, en su obra Germania, hace una brillante descripción de sus fieros ojos azules, cabellera rubia y corpulencia. Los romanos odiaban esa tierra "sombría por los bosques y fea y manchada por los pantanos", pero la influencia romana se fue infiltrando y las excavaciones muestran que hubo bastante comercio.

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