MARIANA PINEDA

Mariana Pineda Muñoz (Granada, 1 de septiembre de 1804-Granada, 26 de mayo de 1831) fue una liberal española del siglo XIX ejecutada en la Década Ominosa, durante el reinado de Fernando VII.

Era hija de Mariano de Pineda y Ramírez, capitán de navío de Granada y caballero de la Orden de Calatrava, que nunca llegó a casarse por motivos que se desconocen con María de los Dolores Muñoz y Bueno, de Lucena, mucho más joven y de menor condición que él. La pareja tuvo una primera hija en Sevilla, donde residió un tiempo, pero falleció al poco de nacer, y después de trasladarse a Granada, donde vivieron en casas separadas, tuvieron una segunda hija, que fue Mariana. Después del nacimiento, la madre y la hija se fueron a vivir a la casa del padre, don Mariano, quien unos meses más tarde, a causa de la enfermedad crónica que padecía, firmó un documento por el cual otorgaba a la madre todos los derechos sobre la hija. Pero al poco tiempo don Mariano denunció a su pareja por haberse apropiado de ciertos bienes puestos a nombre de su hija y María Dolores huyó de la casa común con la niña, siendo detenida y obligada a devolver a la niña a su padre el 12 de noviembre de 1805. Tras la muerte de don Mariano, Mariana pasó a la tutela de un hermano de aquel, que era ciego, soltero y tenía cuarenta y siete años. Sin embargo, tras casarse con una mujer mucho más joven que él, traspasó sus responsabilidades de tutor a unos jóvenes dependientes suyos, José de Mesa y Úrsula de la Presa, a cuyo cargo quedó la niña a lo largo de su infancia.

Cuando murió su tutor este legó a su propia hija parte de los bienes que le correspondían a Mariana por herencia de su padre, por lo que tuvo que pleitear durante toda su vida para que le fueran devueltos, aunque al parecer nunca lo consiguió —en 1828 hay constancia de que todavía mantenía un pleito para recuperar un viñedo heredado de su padre—.

Se casó cuando tenía quince años con Manuel de Peralta y Valle, once años mayor que ella y que acababa de abandonar el ejército —no se sabe de qué vivía—. La boda se celebró en octubre de 1819 de forma «sigilosa», en palabras de su principal biógrafa Antonina Rodrigo, debido a la condición de hija ilegítima de Mariana. En marzo del año siguiente dio a luz a un niño, José María, y en mayo de 1821 a una niña, Úrsula María. Dos años después, en agosto de 1822, falleció su esposo dejando a su viuda de dieciocho años con dos hijos pequeños. Al parecer fue en esos años de su matrimonio, que coinciden con el Trienio Liberal, cuando Mariana se adhirió a la causa liberal y tras la nueva restauración del absolutismo por Fernando VII en 1823, ya viuda acogió en su casa a liberales perseguidos. En esos círculos conoció al militar de brillante expediente Casimiro Brodett y Carbone, con el que estuvo a punto de casarse pero el matrimonio se frustró porque Brodett no consiguió la preceptiva dispensa real a causa de su filiación liberal y quedó «impurificado» viéndose obligado a abandonar el ejército, marchándose a continuación a Cuba. Mariana, por su parte, durante los dos años siguientes desapareció de Granada y se ignora dónde estuvo y lo que hizo durante ese tiempo.

Cuando volvió a Granada ayudó a un primo suyo, Fernando Álvarez de Sotomayor Ramírez, a escapar de la cárcel donde cumplía condena desde 1827 por haber participado en diversas conspiraciones liberales organizadas por los exiliados de Gibraltar. La estratagema de la que se valió para liberar a su primo en 1828 fue introducir unos hábitos en la cárcel y entregárselos a Fernando, que disfrazado de fraile salió de la prisión sin mayores dificultades porque, como había observado Mariana, los muchos clérigos que entraban y salían del establecimiento nunca eran controlados por los guardias. Se refugió inicialmente en casa de Mariana y cuando fue a buscarlo allí el alcalde del crimen de Granada Ramón Pedrosa Andrade ya se encontraba en Gibraltar. Pasó a formar parte de la leyenda de Mariana Pineda que mantuvo una relación sentimental con su primo, pero no existe ninguna prueba de la misma. Lo que sí está demostrado es que tras su vuelta tuvo como amante al abogado José de la Peña, de veintiocho años, y que según su biógrafa Antonina Rodrigo, citada por Carlos Serrano, posiblemente estuvo unido a Mariana «por un matrimonio secreto de los llamados de “conciencia”, celebrado en la iglesia de Santa Ana». De ese enlace nacería en enero de 1829 una niña a la que Mariana reconoció como hija natural a pesar de que no vivieran juntas, aunque no así José de la Peña, que esperó a 1836 para «adoptarla», a 1846 para reconocerla como hija y a 1852 a reconocerla como heredera.

En alguna otra ocasión también atrajo la atención del alcalde del crimen Pedrosa a causa de la denuncia presentada contra ella por un tal Romero Tejada por unas supuestas conexiones con los «anarquistas» -que era el nombre que entonces también utilizaban los absolutistas para referirse a los revolucionarios liberales— de Gibraltar. Más grave fue el caso en que se vio envuelto su fiel criado Antonio Buriel —que había servido a las órdenes de Rafael del Riego— que fue detenido por Pedrosa por haber llevado cartas comprometedoras y que le valieron a Mariana verse confinada en su casa. El caso nunca llegó a juzgarse aunque Mariana en prevención ya había solicitado los servicios del abogado José María Escalera. La investigación en los archivos policiales ha demostrado que la policía granadina estaba convencida de que Mariana Pineda estaba directa o indirectamente implicada en los preliminares de una insurrección y que su criado Antonio Buriel «tenía preparada una docena de hombres decididos para lanzarlos a la calle».

La policía absolutista del ministro Francisco Calomarde estaba alerta desde que supo que el general José María Torrijos, que junto con el general Francisco Espoz y Mina, era el líder de los liberales exiliados, había llegado a Gibraltar a principios de septiembre de 1830. De hecho la primera tentativa de insurrección antiabsolutista tuvo lugar en enero de 1831 cuando Torrijos y su grupo intentó marchar sobre La Línea de la Concepción desde Gibraltar, con el objetivo de alcanzar Algeciras. Unas semanas más tarde, sin que se sepa si tuvieron una relación directa con Torrijos, un grupo de liberales acabó con la vida del gobernador de Cádiz, lo que fue interpretado equivocadamente por la guarnición de San Fernando para iniciar un levantamiento que resultó un fracaso, al mismo tiempo que desde el Campo de Gibraltar había salido un grupo de unos 200 hombres que recorrieron la Serranía de Ronda hasta que fueron capturados por los Voluntarios realistas. Estos movimientos parecían indicar que se estaba preparando un levantamiento generalizado por toda Andalucía que estaría encabezado por Torrijos y por Espoz y Mina, y coordinado desde Madrid por Salustiano de Olózaga. Se llegó a fijar la fecha del 20 de marzo de 1831 para el levantamiento, pero la policía de Calomarde, estaba al tanto de los preparativos —algunos de sus agentes se encontraban en Gibraltar siguiendo a Torrijos y a su grupo— y lograron desbaratar el intento. Dos días antes de la fecha prevista para el levantamiento Mariana Pineda fue detenida en su casa de Granada.

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1804

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