BOUDICA

Boudica fue una reina guerrera de los icenos, que acaudilló a varias tribus britanas, incluyendo a sus vecinos los trinovantes, durante el mayor levantamiento en Britania contra la ocupación romana, entre los años 30  d. C., durante el reinado del emperador Nerón. Estos hechos fueron narrados sobre todo por dos historiadores, Tácito (en sus Anales y en La vida de Julio Agrícola) y Dion Casio (en Historia romana).

Su nombre significaba ‘victoria’. También se la conoce como Búdica, Buduica, Bonduca o por su forma latinizada de Boadicea.

Tácito y Dion Casio coinciden en que Boudica provenía de familia de aristócratas icenos. De ella narra Dión Casio que «poseía una inteligencia mayor que la que generalmente tienen las mujeres», que era alta, de voz áspera y mirada feroz, cabello pelirrojo hasta la cadera, túnica de muchos colores y un manto grueso ajustado con un broche. Siempre usaba un grueso collar de oro, posiblemente un torque, aditamento que entre los pueblos celtas siempre significaba nobleza.

Su esposo Prasutago (Prasutagus), probablemente llamado Esuprasto (Esuprastus), era el rey de los icenos, tribu que habitaba la zona del actual Norfolk (al este de Inglaterra). Al principio no fueron parte del territorio invadido por los romanos, porque tuvieron el estatuto de aliados durante la conquista romana de Britania llevada a cabo por Claudio y sus generales en el año 43.

Como todos los pueblos celtas, daban gran importancia a su independencia, habiéndose dado varios roces entre los romanos y los icenos con anterioridad al levantamiento del año 60, el más importante de los cuales se verificó cuando el entonces gobernador de Britania Publio Ostorio Escápula los amenazó con desarmarlos.

Sin embargo, Prasutago vivió una larga vida de riqueza. El problema era que no tenía hijos varones y que, aunque la realeza podía pasar a sus hijas según la costumbre celta, ello sin embargo no aseguraba la independencia formal frente al Imperio romano, ya que para los celtas existe igualdad entre el hombre y la mujer pero para los romanos no; por eso a Roma se le ocurrió la idea de nombrar al emperador romano coheredero de su reino, junto con sus dos hijas. Este tipo de testamentos era habitual en la época romana (recordemos la donación del reino de Pérgamo) al completo, pues así se conseguía que, al menos durante la vida del rey vasallo, se respetara un estatus de semi-independencia.

Debido a estos factores y a que la ley romana solo permitía la herencia por línea paterna, cuando Prasutago murió, su idea de preservar su linaje fue ignorada, y su reino fue anexionado como si hubiera sido conquistado. Las tierras y todos los bienes fueron confiscados, y los nobles tratados como esclavos. Debido a que Prasutago había vivido pidiendo prestado dinero a los romanos, al fallecer él todos sus súbditos quedaron ligados a esa deuda, que Boudica, la entonces reina, no podía pagar.

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