JOSEFINA BONAPARTE

Josefina de Beauharnais (nacida bajo el nombre de Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie), (23 de junio de 1763 - 29 de mayo de 1814) fue la primera esposa de Napoleón Bonaparte y por lo tanto, emperatriz de Francia. Por parte de su hija Hortensia, fue abuela de Napoleón III y por la de su hijo, bisabuela de los más recientes reyes y reinas de Suecia y Dinamarca. Las familias reales de Bélgica, Noruega, Grecia y Luxemburgo también descienden de Josefina.

Josefina, llamada Rosa hasta conocer a Napoleón, nació y vivió en la Martinica (Antillas Menores) hasta que en 1780 contrajo matrimonio en París con Alejandro de Beauharnais. A fines de 1783, se separó de su esposo y poco después regresó al Caribe, donde pone orden en la economía familiar en medio de la sublevación de esclavos de 1791 y de la Revolución francesa. De regreso a París ese año, arriba justo para la caída del Antiguo Régimen y la instauración de la Primera República Francesa. Gracias a sus conexiones sociales conoce a Napoleón Bonaparte, con quien contrae matrimonio en 1796, dos años después de que su primer esposo falleciera bajo la guillotina. En diciembre de 1804, Josefina fue coronada emperatriz de Francia por su segundo y último esposo, Napoleón. Poco después, en 1810, por no serle posible dar un hijo heredero a Napoleón, la pareja se divorció y Josefina se retiró al Castillo de Malmaison, de su propiedad. Josefina murió en 1814, elogiada por los franceses, quienes la llamaban l'bonne Josephine (Josefina, la buena).

Al menos hasta octubre de 1779, Josefina usó su primer nombre Rosa o el nombre más familiar, Yeyette. Después de su matrimonio con Alejandro de Beauharnais, firmaba Vizcondesa de Beauharnais o bien Lapagerie de Beauharnais. El certificado de matrimonio con Napoleón venía firmado M.R.J. Tascher y de allí en adelante firmaba con los dos apellidos: Lapagerie-Bonaparte o Tascher-Bonaparte. A partir de 1804 firmaba simplemente Joséphine, nombre con el que fue coronada emperatriz de Francia y con el que se registraron los eventos legales de su posteridad.

La literatura describe a Josefina como una mujer de altura promedio, esbelta, con buena figura y cabellos castaños y sedosos, ojos marrones y una tez morena-amarillenta. Su nariz era pequeña y simétrica, su boca bien formada, sin embargo, mantenía su boca constantemente cerrada para no descubrir sus malos dientes. Con frecuencia era elogiada por su elegancia, estilo y su voz baja y bellamente modulada.

Martinica, la «Perla de las Antillas», es una de las islas de las Antillas Menores y un departamento de ultramar de Francia desde 1630. Pierre Belain d'Esnambuc, quien estableció la primera colonia francesa permanente en la isla en nombre de Luis XIII de Francia en 1635 fue ancestro materno de Josefina. Por parte de padre, los Tascher provenían de la nobleza francesa. Joseph, padre de Josefina, llegó a la isla como muchos, huyendo de las presiones sociales de Francia. Para entonces, las propiedades de la familia de Josefina se calculaban en un valor cercano a las 60 mil libras francesas. La plantación de los Tascher, en la cima de un desfiladero al suroeste de Martinica, era conocida en ese entonces como la Pequeña Guinea por el origen de la mayoría de sus esclavos; ahora es un museo. A menudo, ya adulta, Josefina recordaba las 500 hectáreas de tierra en las que creció, el río que corría por sus tierras y las ceibas que rodeaban la hacienda.

A causa de que se crio lejos de París y de la influencia de otras niñas de alcurnia, su porte y maneras eran reflejo de su vida en el campo y no las de una joven educada en la corte. Además, la costumbre de chupar caña de azúcar y consumir productos derivados de ella, hizo que sus dientes se decoloraran y padeciera de caries. Josefina fue educada en un colegio de monjas llamado Dames de la Providence en Fort-Royal.

A pesar de que una plantación de caña de azúcar era una empresa lucrativa, la familia de Josefina tuvo dificultades económicas durante más de 10 años a consecuencia de la devastación causada por un huracán en su propiedad en 1766 y de la adicción que el padre tenía a los juegos de azar. De hecho, como consecuencia de la destrucción de su casa por el huracán, la familia de Josefina vivía en el segundo piso del edificio, donde estaban instalados los calderos de cocción de la caña.

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