FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE

Félix Samuel Rodríguez de la Fuente (Poza de la Sal, 14 de marzo de 1928-Shaktoolik, 14 de marzo de 1980) fue un naturalista y divulgador ambientalista español, defensor de la naturaleza, y realizador de documentales para radio y televisión, destacando entre ellos la exitosa e influyente serie El hombre y la Tierra (1974-1980). Licenciado en medicina por la Universidad de Valladolid y autodidacta en biología, fue un personaje polifacético de gran carisma cuya influencia ha perdurado a pesar del paso de los años. Su saber abarcó campos como la cetrería y la etología, destacando en el estudio y convivencia con lobos. Casado con Marcelle Geneviève Parmentier Lepied.

Ejerció además como expedicionario, guía de safaris fotográficos en África, conferenciante y escritor. Contribuyó en gran medida a la concienciación ecológica de España en una época en la que el país todavía no contaba con un movimiento de defensa de la naturaleza. Su repercusión no fue solo a nivel nacional sino también internacional y se calcula que sus series de televisión, emitidas en numerosos países y plenamente vigentes hoy en día, han sido vistas por varios cientos de millones de personas. Murió en Alaska, junto con dos colaboradores y el piloto al accidentarse la aeronave que los transportaba mientras hacían una filmación aérea para uno de sus documentales.

Nació en el número 18 de la calle Mayor de Poza de la Sal, en la provincia de Burgos, el 14 de marzo de 1928, hijo de Samuel Rodríguez y Marcelina de la Fuente Ibáñez; tuvo una hermana menor, Mercedes. Su padre era notario de profesión, gran aficionado a la lectura y amante del castellano, por lo que en la casa se respiraba un ambiente intelectual. Debido a la guerra civil (1936-1939) y a que su padre no era partidario de una escolarización demasiado temprana, se ocupó él mismo de educar a sus hijos en casa, por lo que las incursiones de Félix en la naturaleza fueron continuas hasta los diez años, siendo marcado por una naturaleza virgen apenas hollada por el hombre. Él mismo describiría su lugar de nacimiento como una «comunidad humana» en «convivencia armónica con los paisajes» que configuraron su «universo zoomórfico». En este ambiente maduró sus experiencias infantiles, que repercutirían en su sensibilidad y pensamiento para crear en el futuro sus hipótesis y propuestas tanto biológicas y antropológicas como de corte filosófico que se reflejarían en su obra divulgativa. Veraneaba habitualmente en Santander, ciudad en la que llegó a ejercer profesionalmente su padre. La afición de Félix por la naturaleza le lleva a convertirse en un gran conocedor de la zoología y en una de sus excursiones campestres, al observar cómo un halcón captura un pato, comienza su afición por la cetrería. Comenzó su educación reglada en 1938 en los Sagrados Corazonistas de Vitoria como interno, época que vivió con añoranza por la libertad perdida.

En 1946, por consejo de su padre, que aunque siempre respetó su afición por la naturaleza desconfiaba de sus inclinaciones naturalistas, comienza a estudiar medicina en la Universidad de Valladolid. En una entrevista realizada en 1971 aclaró que él le hizo ver que en esta carrera podría aprender mejor biología y le daba la razón dado que en aquella época era así. El primer año, atraído por la libertad recuperada tras sus siete años en el internado y las nuevas experiencias que le brindaba la ciudad, no fue un buen estudiante y sólo aprobó las tres asignaturas más fáciles. En años posteriores, solía encerrarse un mes antes de los exámenes para estudiar y desde el principio destacó en las pruebas orales dada su facilidad de palabra, logrando así las más altas calificaciones. Fue un gran aficionado al deporte, logrando ganar el campeonato universitario de 400 metros lisos. En esta época causa una gran influencia sobre él el biólogo José Antonio Valverde, que alcanzaría una enorme repercusión internacional a finales de los años cincuenta al enfrentarse a los planes del Ministerio de Agricultura para desecar las marismas del Guadalquivir, lo que llevaría a la creación en la zona del Parque de Doñana. Además, Valverde compartía su pasión por la cetrería, arte que por aquel entonces llevaba siglo y medio sin practicarse en España, pero que Félix se propuso recuperar con la ayuda de los escritos medievales sobre el tema, especialmente el Libro de la caza de las aves, de Pedro López de Ayala, y el Libro de la caça, de Don Juan Manuel. En 1954 es uno de los firmantes del acta de fundación de la Sociedad Española de Ornitología.

En 1957 se gradúa en estomatología en Madrid, consiguiendo el Premio Extraordinario Landete Aragó, nombrado en honor del pionero de la especialidad en España. Durante dos años ejerce como odontólogo en la madrileña clínica del doctor Baldomero Sol, aunque siempre a media jornada para poder seguir dedicándose diariamente a la cetrería. Sin embargo, en 1960, tras fallecer su padre, abandona el oficio de dentista para dedicarse definitivamente a la cetrería y a la divulgación científica. En 1961 trabaja como asesor de cetrería en la película El Cid, rodada en España. En 1964, gracias a sus cada vez mayores contactos internacionales con científicos de toda Europa, presenta en el Congreso Internacional para la Protección de las Aves de Presa, celebrado en Caen, Francia, un estudio sobre la situación del halcón peregrino en España. Publica su primer libro, El arte de la cetrería.

En 1962 es encargado por el Gobierno español para capturar dos halcones peregrinos y ofrecérselos como regalo al rey Saúd de Arabia Saudita, viajando a ese país para entregárselos. En octubre de 1964 organiza las Jornadas Internacionales de Cetrería, que por primera vez se celebraban en España, en Loranca de Tajuña, provincia de Guadalajara. El diario ABC le dedica su foto de portada del 21 de octubre con el título de «Cetrero Mayor del Reino» y en la que aparece lanzando a Durandal, una hembra de halcón entrenada por él. Al resultar ésta ganadora de la competición unos días después, es invitado a un programa de Televisión Española, donde comenzaría a ser conocido y admirado por el gran público. Félix entró en los estudios con un halcón en el puño enguantado y, aunque se trataba de una simple entrevista de tres minutos para explicar los rudimentos de la cetrería, demostró ante la audiencia sus amplísimos conocimientos con tal pasión y oratoria que más tarde el popular periodista Joaquín Soler Serrano pidió para él un puesto en la Real Academia Española por ser «el español de mejor prosodia». A los pocos días se recibieron miles de cartas solicitando nuevas intervenciones suyas en pantalla, empezando así a colaborar en el programa Fin de semana, donde, en un breve espacio de unos cinco minutos, cada dos semanas, habla de caza, pesca, excursionismo y temas relacionados con los animales en general. Su colaboración en ese programa dura cuatro años. En 1966 se inicia en TVE el espacio Televisión Escolar y Félix es encargado de la clase de zoología, presentado como Félix, el amigo de los animales, con el que se transforma en un personaje tremendamente popular. Es el primero que empieza a hablar de la fauna y la flora del país por sus valores intrínsecos, al margen del valor económico, el único que primaba entonces. Además, en una época de desarrollismo industrial, consigue conectar con una población trabajadora que está emigrando desde el campo a la ciudad y que siente como cercanas, por haberlas vivido en carne propia, las experiencias y conocimientos que Félix les transmite. Y todo ello adornado con una oratoria magistral y con un sentido del tiempo televisivo, ajustándose siempre, en intervenciones improvisadas y que se emitían en directo, a los pocos minutos de que disponía, pero logrando acabar siempre con la frase apropiada para mantener vivo el interés del espectador.

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